La reutilización de edificios históricos ha sido una constante en la historia de los museos. Desde hace un tiempo, las sedes más emblemáticas de ciudades y pueblos de todo nuestro territorio han ido redefiniendo su función. Han pasado a albergar patrimonio artístico de todas las clases.
Los museos han ido ocupando edificios institucionales, hoteles, palacios y han llegado incluso a instalarse en sucursales de bancos.
Las sucursales bancarias son edificios de gran calidad constructiva (dotados de materiales y acabados sólidos), un alto valor arquitectónico y, por supuesto, un gran valor artístico.
Suelen encontrarse en un estado de conservación bueno y cuentan con una ubicación privilegiada dentro de las ciudades como por ejemplo en el casco histórico, en plazas o calles relevantes, así como en zonas de interés histórico-artístico. Sus fachadas suelen ser muy representativas, lo que llama la atención de los transeúntes que pasan por delante e incita a conocer el lugar y su interior.
Los materiales utilizados en este tipo de construcciones son, por lo general, de calidad. Los más utilizados hasta bien entrado el XIX fueron la piedra, el ladrillo, la mampostería o el entramado de madera.
Más tarde se empieza a usar el hierro como auxiliar adaptado a las formas tradicionales y como elemento funcional por lo que comienzan a aparecer vigas y placas de este material.
Las sucursales bancarias a pesar de ser espacios con características que se adaptan a la demanda de la disposición que necesita un museo, tiene también problemas a la hora de adaptar las salas.
Los espacios cuentan con una estructura muy cerrada, con estancias fijas que se repiten en todos los edificios, y se encuentran grandes dificultades a la hora de adaptar estas áreas al cumplimiento de las necesidades museológicas actuales, que exigen espacios flexibles y multifuncionales.
Las sucursales bancarias son edificaciones que comenzaron entrelazando los estilos industrial y palaciego, ya que en un primer momento no sabían cómo definir bien los espacios.
Al principio existía un debate alrededor de estas construcciones entre si era prioritaria la búsqueda por la funcionalidad o la monumentalidad.
A partir del siglo XX empezaron a surgir las fachadas monumentales y representativas de la institución con las que conseguían dar una sensación de sobriedad y fortaleza a los viandantes. Desde ese momento, las sucursales empiezan a erigirse formando manzanas o en confluencias de calles importantes.
En su interior se hace más patente la funcionalidad como modelo principal de organización. Mientras que las plantas bajas están destinadas a dependencias de los oficiales, las superiores están habilitadas como viviendas.
En este momento se crea una estructura que se repite en numerosas ocasiones en la arquitectura de este tipo de edificios. Se dividen en tres zonas: los espacios públicos, los espacios privados y la zona de depósitos o de seguridad.
En 1921, con la Ley de Ordenación Bancaria, se consolida el modelo de sucursal creado por el arquitecto José Yárnoz con la introducción de nuevos conceptos.
Se establece el modelo unificado de fachada, se imponen las plantas diáfanas y cada vez más funcionales. Asimismo, se configuran los espacios de las cajas y viviendas destinadas a los empleados sin perder el carácter solemne y rígido de la entidad.
Todos estos cambios en la disposición de los espacios de las sucursales bancarias, se fueron desarrollando en pos de conseguir crear un modelo de edificio representativo de riqueza y fortaleza hasta llegar a nuestros días.
Descubre algunas de las integraciones en sucursales bancarias que ha realizado OYPA a lo largo de su trayectoria.
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